¡Hola, señorita! Sé lo que estás pasando: tus padres no te entienden, no quieren verte feliz, te prohiben todo, no puedes salir con tus amigos/as, no puedes tener novio… Te dices: cuando tenga mis hijos van a poder hacer lo que quieran. ¡Qué horribles son tus padres! Como quisieras tener padres que no fueran tan estrictos. ¿Por qué no pueden ser como los padres de fulanita?
Estos pensamientos a veces pasan por nuestras mentes durante nuestra temprana edad, durante la adolescencia, etc. Pero lo que yo he aprendido, y ahora entiendo, es que doy gracias por mis padres porque fueron todo lo opuesto que YO pensé que quería de mis padres.
Cuando me pidieron escribir acerca de esto tantos pensamientos llegaron a mi mente. Hay tantas cosas por las que estoy agradecida por mis padres, pero encontré 3 cosas por las que AHORA puedo dar gracias por ellos.
Me enseñaron a ser obediente —Cada padre y madre cristianos tienen una gran responsabilidad de criar a sus hijos en la voluntad de Dios. La Palabra nos dice en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino…”. Es la responsabilidad de los padres disciplinar cuando es necesario. Si tú eres verdaderamente una hija de Dios, vas a obedecer a tus padres para que tengas bendición. A una edad muy temprana memorizamos Éxodo 20:12, pero ¿estamos seguras de lo que quiere decir y dispuestas a honrar ese versículo? Sí, porque es un mandato de Dios con promesa. A veces yo no entendía por qué mis padres eran tan estrictos conmigo, pero aunque de vez en cuando no nos portábamos bien, obedecíamos a nuestros padres, porque si no llegaba la disciplina de ellos. (Prov. 3:12). Aprende a obedecer a tus padres, porque también lo harás primeramente con Dios y después con la sociedad. Señorita, no tienes que entender las razones detrás de todo lo que hacen tus padres, es tu responsabilidad obedecer porque Dios lo manda.
(2) Me enseñaron a leer mi Biblia y a pasar tiempo con Dios (Salmo 119:9) —Cuando tu mamá o papá te recuerde de tu lectura diaria, no te molestes. Ellos reconocen la importancia de tener una vida diaria de lectura y comunión con Dios. A veces se me “olvidaba” leer la Biblia y pienso que malgasté mucho tiempo en mi juventud. Ahora no quiero pasar ni un día sin leer la Palabra de Dios. Que no te pase eso. No malgastes tu tiempo. Hay tantas distracciones hoy en día. Tus padres quieren que aprendas a una edad temprana a tener este hábito de pasar tiempo con Dios (Isaías 40:8). Mi mamá no solo me lo recordaba, ella me lo mostraba con su vida. Mi mamá siempre tenía su Biblia cerca, hasta el día de hoy, cuando la visito, ella tiene su Biblia en su cama o en la mesita de noche junta a su cama, siempre abierta y no muy lejos de ella. ¿Dónde tienes tu Biblia ahorita? ¿Está abierta o por lo menos la tienes cerca de ti?
(3) Por último, ¡estoy agradecida con mis padres por su amor tan grande! Nuestros padres nos aman sin importar cómo nos portemos. Se dice que para un padre o una madre, no hay tal cosa como un hijo malo. Aun en tiempos cuando tal vez no era la hija que esperaban, me amaron incondicionalmente y me enseñaron a amar a Dios (Salmo 103:13). Yo fui una adolescente con las mismas preocupaciones de muchas de ustedes hoy y tal vez le contesté mal a mis padres algunas veces. Pero así como nuestros padres nos aman a pesar de cómo nos portamos, Dios también nos ama a pesar de quiénes somos. Su amor es tan grande hacia nosotros (Efesios 2:4). Así también debemos amar a otros a pesar de lo que nos han hecho, bueno o malo, y seguir amando cuando es difícil hacerlo (1 Juan 4:20). Me acuerdo cuando pasaba por momentos difíciles, especialmente con un corazón quebrantado, (todas hemos pasado por eso) las palabras de mi mamá al enfrentarme a estas situaciones siempre eran: “debemos amar a los que nos hacen mal”. En mi inmadurez no siempre quería oír un consejo tan simple. Tal vez quería que mis padres tomaran en cuenta lo que esa persona mi hizo y que me aconsejaran en contra de lo que dice la Palabra de Dios, pero porque ellos caminaban con Dios, su actitud siempre fue la de amar y perdonar a los que nos tratan mal. ¡Y es que el ejemplo de ellos era Cristo! ¡Wow!!
Doy gracias a Dios porque todavía tengo a mis padres conmigo. Tengo 45 años, 19 años de casada, soy madre de 2 adolescentes y sigo siendo su hija (¡todavía me regañan!) y las instrucciones de mis padres siempre los guardo cerca de mi corazón y los pongo en práctica con mis hijos. ¡Y lo más hermoso es que trabajamos juntos en el ministerio hoy en día! Sé que les fallé en algunas situaciones, pero doy gracias por su disciplina, aunque no me gustó. Doy gracias por su amor incluso cuando no lo merecía, doy gracias por su consejo incluso cuando tal vez no lo quería, y doy gracias por su testimonio, porque por su fidelidad a Dios, oraciones y buen testimonio soy la persona que hoy soy. Señorita que lees esto, si todavía tienes a tus padres y no has sido la hija que sabes que debes de ser ¡cambia! Pídele a Dios sabiduría y confía en que Él puede cambiar tu corazón. ¡Ama a tus padres y siempre da gracias a Dios por ellos!
Hna. Leah Sanchez