Cría A Tus Hijas Para Dios

“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia” — I Timoteo 2:9

Hay un dicho en inglés que dice: “No puedes juzgar un libro por su portada”. Significa: “No debemos prejuzgar a alguien solamente por su apariencia exterior”. Y estoy cien por ciento de acuerdo. Una vez vi a una mujer que no tenía nada de atractivo por fuera. Estaba un poco despeinada; su ropa no estaba a la moda. Pero cuando se paró a cantar delante de una audiencia de miles de personas, me quedé con la boca abierta. Jamás habría pensado, por su “apariencia exterior”, que pudiera cantar con tanta confianza y elocuencia.

Aunque estoy de acuerdo con el concepto de que “lo que está dentro del corazón es más importante que lo que está afuera”, lo que vemos por fuera refleja lo que está adentro.

Yo no soy una autoridad en la crianza de los hijos. Apenas anoche estaba platicando con una de mis hijas acerca de errores que hicimos mi esposo y yo durante los años mientras nuestros hijos estaban en casa. Te quiero animar, mamá, recordándote que criar hijos e hijas que sirven al Señor es semejante a la salvación: es por gracia. Solo la gracia de Dios ha permitido que mis cuatro hijas sean mujeres que temen al Señor. No es por ningún mérito mío.

Pero permíteme hacer unas sugerencias acerca de cómo tú puedes criar hijas para Dios, y en particular, hijas que muestran “pudor y modestia”.

  1. En primer lugar, debes ser un ejemplo. Mateo 15:18-19 dice: Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”. ¿Cómo está tu corazón? ¿Conoces al Señor como tu Salvador? Yo conozco mujeres que me decían, cuando mis hijas estaban chiquitas: “Yo quiero que mis hijas sean como tus hijas”. Pero no conocían al Señor como su Salvador. Todo es posible con el Señor. Pero es muy probable que si tú no conoces al Señor, tus hijas no van a tener el deseo de vestirse y comportarse como la Biblia nos enseña. Tal vez ya eres salva, pero tú no te vistes con modestia. No esperes que tus hijas “se atavíen con pudor y modestia”.
  2. Respeta las autoridades que Dios ha puesto en la vida de tus hijas. Te voy a confesar una cosa: le debo muchísimo a mi esposo en cuanto a la crianza y la disciplina de mis cuatro hijas, y de mis cuatro hijos varones. ¡Él era tan estricto! Recuerdo cuando nació nuestra primera hija, Sarah. Después de vestir a 3 niños por 5 años, una niña era muy, muy diferente. La esposa de un doctor, miembros de una iglesia, me regaló un vestidito —énfasis en el “ito”. Era de color azul, con muchísimos adornos. Pero estaba cortito. No llegaba debajo sus rodillitas. ¡Cómo me quebrantó el corazón no poder ponérselo! Ya te escucho: “Pero, hermana, ¡qué ridículo!” Mi reacción exactamente. Era una bebé. Pero te voy a decir algo: mi hija, Sarah, nunca se ha puesto una falda arriba de la rodilla. ¡Ah, y otra cosa! Ella tiene cuatro hijas, y ellas también usan faldas debajo de sus rodillas. Debo tener mucho cuidado en no presentarme como una farisea. Estoy de acuerdo que la manera que una mujer se viste no es la medida de su espiritualidad. Hay mujeres que usan vestidos hasta el cuello y faldas que casi tocan el piso y mangas hasta las manos, pero son chismosas y mandonas. Realmente, el motivo de nuestro corazón debe ser mantenernos sumisas a la Palabra de Dios y a nuestras autoridades, especialmente a las autoridades en las vidas de nuestras hijas. Hace poco, uno de mis yernos que es pastor, me dijo: “Puedo predicar en contra del cine, de fumar, de tomar bebidas alcohólicas y de usar drogas, y mi gente está conmigo. Pero mis predicaciones acerca de la vestimenta de las mujeres, específicamente en contra del pantalón de ellas, producen una rebelión”. Tuvo que confrontar a unas hermanitas y decirles que si usaban pantalón no podían participar en los ministerios de su iglesia. Perdió a varias familias a causa de esa regla. Le dije a mi hija: “Si mi pastor me dice que si quiero seguir enseñando mi clase de niños, nunca debo usar una falda negra, por ejemplo, no volvería a usar falda negra, por amor a mis alumnos”. Mientras la vestimenta en sí no es medida de la calidad de nuestra relación con Dios, muestra el amor que tenemos hacia nuestro ministerio, y el ejemplo que ponemos para la siguiente generación de mujeres en nuestra vida. Romanos 13:1-2 dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”.
  3. Mientras tus hijas vivan bajo tu techo, cuida sus amistades. Todas sentimos el deseo de ser aceptadas. Yo, sí. Tal vez tú, no, pero yo, sí. Dios ha puesto en nuestra naturaleza el querer ser querida. Es normal. Pero resalta ese deseo durante la adolescencia. En inglés se llama peer pressure, literalmente “la presión de los que nos observan”. Tu hija, tal vez, quiere lucir como sus amigas. Aunque puede ser que sean cristianas y pertenezcan a la membresía de tu iglesia, no tienen las mismas convicciones que las tuyas. Mi esposo, en una ocasión, tuvo que correr a una muchacha de nuestra casa, porque ella estaba afectando negativamente a una de nuestras hijas. Al momento, me dio tristeza y un poco de pena por la pobre muchachita. Y nuestra hija se molestó, pero doy gracias a Dios por haberme dado un esposo con convicciones y con el valor de mantener el control de las amistades de nuestras hijas. Debes saber a cada momento con quién anda tu hija. Debemos ser de bendición a aquellas muchachas que tal vez necesitan disciplina en sus vidas. Tal vez Dios te quiere usar para animar a las amigas de tu hija a ser modestas. No debemos portarnos con altivez con esas jovencitas. Pero tu primera responsabilidad es con tu hija. Protégela.

Pero la modestia y el pudor van más allá de lo que nos ponemos. Nace de un corazón puro y limpio delante de Dios. Si tu corazón guarda pecado y si tu actitud no es lo que debe ser, tu ropa solo servirá como una fachada. Cuida tu mirar, tu caminar, tus movimientos, tus palabras delante de los hombres. Esta lección nos enseña cómo criar a nuestras hijas para que sean mujeres piadosas, pero si esta enseñanza no empieza con nosotras, las madres, no podemos tener la influenza correcta sobre nuestras hijas.

Tal vez debemos escudriñar nuestros corazones. La naturaleza de la mujer es rebelarse en contra de nuestra autoridad, no precisamente en el trabajo secular con los jefes, pero en contra de nuestros esposos y nuestros pastores. La vida espiritual de nuestras hijas, hasta cierto punto, descansa sobre nosotras. Hay excepciones, pero por lo general una madre piadosa produce hijas piadosas. Muchas veces, nuestro nivel espiritual se revela en el nivel espiritual de nuestras hijas. Un padre que teme al Señor no puede tener una influencia positiva sobre sus hijas cuando su esposa tiene un corazón de rebeldía.

Para muchas de ustedes esta lección parece artificial y hasta farisaica. Nunca quiero dejar la impresión de tener las hijas más virtuosas de todo el mundo; tampoco pienses que quiero animarte a crear en tus hijas una actitud de superioridad porque se visten más modestamente que sus amigas. Pero si tú tuvieras la oportunidad de estar en tantas iglesias —iglesias bautistas fundamentales que yo he visitado—, estarías de acuerdo conmigo: ha bajado el nivel de lo que llamamos “modestia y pudor”. Y sigue bajando. Poco a poco, nos hemos alejado de lo  que describe la “modestia”. Yo no creo que debemos regresar a los días de mi abuelita y usar faldas hasta los zapatos y manga larga y el cuello hasta las orejas. Pero yo me pregunto: “Si mi pastor me pidiera que me vistiera así, ¿estaría dispuesta a obedecerlo para poder seguir enseñando mi clase de la Escuela Dominical o participar en la música de la iglesia?”  Todo depende de mi corazón. Madres rebeldes, hijas rebeldes. Madres sumisas, hijas sumisas.

Ezequiel 16:44 dice: “He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija”.

Señor, ayúdame a vestirme y a comportarme de una manera que Te traiga gloria. Que nunca mi manera de vestir afecte negativamente a otras mujeres. Que la generación que sigue mantenga altos valores, que incluyen el vestirse y comportarse con pudor y modestia. Amén.

Hna. Billie Sloan

4 thoughts on “Cría A Tus Hijas Para Dios

  1. Vanessa says:

    Felicidades.. excelente reflexión .. Dios me de la fortaleza para ser una madre que testifica del amor de Dios con su vida corazón y apariencia … gracias

  2. María de Jesús López Avilez says:

    que gran enseñanza.Dios continúe llenando sus vidas de sabiduría para hacer esta gran labor felicitaciones hermanas Dios me las bendiga y guarde.

  3. Francisca says:

    Buenas noches!! Yo estoy de acuerdo en todo lo que escribieron, es una bendicion que escriban este articulo, una vez le abia comentado sobre su hija de alguien sobre de pintarse y no estoy encontra de maquillarse moderadamente y ella me dijo acuerdate que tienes una hija mejor no digas nada, y no le dije nada, y despues le comente a mi mamá y ella me dijo, mira lo que deves hacer tu, es orar, leer tu biblia enseñarle a tu hija, asistir a la iglesia participar en ello y Dios guardara tu hija de todas las cosas malas y no ara tu hija como la de ella, porque si no haces eso, sera como la hija de ella oh puede ser peor. Cuando mi mama me dijo eso lo pense y trate de hacer lo mejor para seguir adelante en los caminos del Señor, pero por la misericordia de Dios aprendimos en el caminar de la vida que Dios nos a dado, en ese tiempo mi hija tenia como 3 oh 4 años ahora ya tiene 18 gracias a Dios que asta ahora que ella busca del Señor y se viste moderadamente, gracias a Dios por mi hija tratamos de hacer lo mejor, se que alveses nos equivacamos para con ella pero tartamos de hacer lo mejor para ella, y se que seguiremos aprendiendo mi esposo y yo, tenemos 2 hijos, bueno la niña y el niño y tambien el niño tenemos que aprender lo que Dios nos enseña en su palabra.

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