“Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” Hebreos 11:11
El escritor de Hebreos, en este capítulo nos da una lista de grandes héroes de la fe cristiana. El patriarca Abraham, quien es considerado “el padre de la fe” y su esposa Sara aparecen en esta lista. Cuando el escritor de Hebreos alaba la fe de Abraham, usa como ejemplo de ello su disposición de salir de Ur de los Caldeos, sin saber a dónde iba en obediencia al mandato de Dios.
También Romanos 4: 20-22 , nos dice que la fe de Abraham fue comprobada por como respondió a la promesa que Dios le hizo acerca del nacimiento de Isaac. Dice: “Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.”
Pero cuando el escritor de Hebreos nos habla de la fe de Sara, cita un solo ejemplo de esa fe, y es un ejemplo bastante grande; nos dice que la muestra de la fe genuina de Sara fue, que por fe pudo concebir y dar a luz un hijo habiendo sido estéril toda su vida, y teniendo 90 años de edad.
Quiero examinar hoy con ustedes tres verdades que vemos en Hebreos 11:11 acerca de la fe de Sara, que nos enseñan lo que es una fe genuina que Dios bendice.
1. Fe genuina es simplemente creer la palabra de Dios. La fe bíblica, siempre tiene como su fundamento la palabra de Dios. La fe es una respuesta de confianza en lo que Dios ha dicho en Su palabra. Hoy en día, tenemos todas las promesas en la biblia para guiar nuestras vidas y fortalecer nuestra fe. Recordemos que Abraham y Sara no tuvieron ni un versículo escrito de la palabra de Dios cuando ellos vivieron.
Lo que creemos de corazón siempre afecta como vivimos. Si una persona no está dispuesta a obedecer la palabra de Dios, está mostrando a Dios y a los demás que realmente no la cree, aunque dice que la cree. Hebreos 11:11, nos dice que la fe de Sara estaba basada en la promesa que Dios le había hecho, “…Porque creyó que era fiel quien lo había prometido.”
En Gn. 15:4-6 vemos la primera vez que Dios le dio a Abraham la promesa del nacimiento milagroso de Isaac, el hijo de la promesa. Dice: “Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.”
Seguramente le platicó a Sara la promesa de Dios, pero lo más probable es que le era difícil creerla, pues tenía entonces arriba de 65 años y había sido estéril toda su vida. Me imagino que, como muchas de nosotras, quizás se emocionaba y le creía a Dios por un tiempo, pero al paso de los meses y los años, se desilusionaba porque no se embarazaba.
Quizás fue entonces, cuando Satanás puso en su mente unos pensamientos erróneos como los siguientes: “Dios prometió a mi esposo un hijo, pero no prometió que yo sería la madre. A lo mejor Él quiere darle un hijo a través de otra mujer.
Hoy en día muchas mujeres estériles de dinero y posición contratan a otras mujeres para dar a luz hijos por ellas. ¡A lo mejor, Dios quiere que hagamos lo mismo!” Con este tipo de razonamientos, Sara convenció a Abraham tener un hijo a través de Agar, y nació Ismael. Esta historia se relata en Gn. 16:1-4. Sara tuvo como 74 años cuando esto pasó.
Hermanas, recuerden que, como esposas, tenemos gran influencia sobre la vida de nuestros esposos, para bien o para mal. ¡Qué importante es que crezcamos en fe para ser de bendición y no de estorbo!
Las cosas no sucedieron como Sara lo pensaba. Cuando Agar se embarazó, miró con desprecio a Sara y comenzó una rivalidad entre ellas que las lastimó a ambas y a Abraham también. Cuanto daño hace cuando se toma una decisión con razonamiento humano en vez de tomarla con fe en la promesa de Dios.
Vemos en el capítulo 17 de Génesis, que Dios le hizo a Abraham otra vez la promesa de darle un hijo, pero esta vez le especificó en los versículos 15 y 16 que se lo iba a dar a través de Sara, “Dijo también Dios a Abraham: A Saraí tu mujer no la llamarás Saraí, más Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; si, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.”
¿Cuál fue la respuesta de Abraham en el versículo 17? “Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y a Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” Se entiende esta reacción de incredulidad. Humanamente hablando, era imposible que Sara diera a luz un hijo. Pero para confirmar su promesa, en este mismo capítulo Dios le dijo como se iba a llamar y cuando iba a nacer (Gn. 17:19,21).
Seguramente Abraham le contó a Sara lo que Dios le dijo, pero la Biblia no nos dice si creyó o no. Lo más probable es que no, porque un poco después, Dios le apareció otra vez a Abraham, pero esta vez, Sara, estaba allí en la tienda oyendo todo. Dijo Dios: “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara, tu mujer tendrá un hijo”. ¿Y cuál fue la respuesta de Sara? “Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?”
Ella respondió como muchas de nosotras hubiéramos respondido si estuviéramos en su lugar – se rió con incredulidad. Pero Dios sabía todo el dolor y la decepción que había sufrido por su esterilidad. Entonces, respondió a su falta de fe con firmeza, pero con ternura, y le recordó que Él tenía el poder para hacer lo que humanamente era imposible para ella. “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” dijo. Y repitió Su promesa: “Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.” (Gn. 18:14) Y Sara decidió una vez más creerle, porque en Heb. 11:11 nos dice que su fe la fortaleció para poder concebir y dar a luz a su hijo Isaac.
Hermana, ¿estás enfrentando circunstancias que parecen imposibles como las de Abraham y Sara? ¿Un problema matrimonial que parece sin solución? ¿Un hijo lejos de Dios que parece imposible alcanzar? ¿Un problema de salud, de economía, de sueños rotos, de relaciones quebrantadas? Te digo a ti hoy lo mismo que Jehová dijo a Sara, en Génesis 18:14, ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Si es Su voluntad hacer algo y lo promete hacer en Su palabra, lo cumplirá en su momento en la vida de toda persona que decide creerle. Tenlo por seguro y sigue creyendo.
2. Fe genuina es confiar en el carácter de Dios. Hebreos 11:11 dice, “… Porque creyó que era fiel quien lo había prometido”. La fe de Sara fue fortalecida al contemplar la fidelidad de Dios en su vida pasada.
Para realmente creerle a alguien, tenemos que estar convencidas de que es confiable, que siempre cumple lo que promete y que sus propósitos son buenos. La Biblia dice que tenemos tal Dios. Tito 1:2 “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos”.
Dios da muchas muestras de fidelidad a Sus hijos que deciden confiar en Él. Solo tenemos que mirar hacia atrás con ojos de fe para entender que Él ha sido fiel, aun en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Y esto fue cierto en la vida de Sara también. Si ella miraba hacia atrás, podía ver como Dios les había cuidado de todo peligro en el camino y de todo enemigo en la tierra donde eran peregrinos. También pasó algo en esos días que le confirmó a Sara que el Dios que le había hecho tal promesa era fiel y poderoso para cumplirla y que sus propósitos para con ella eran buenos.
Abraham, después de la destrucción de Sodoma y Gomorra decidió mover a su familia al sur y como era su costumbre, cuando los hombres de aquel lugar le preguntaron sobre Sara, él les dijo que ella era su hermana (Gn. 20:2); entonces Sara enfrentó otra vez la consecuencia de la falta de fe de su esposo, y el rey Abimelec la mandó traer a su casa para hacerla una de sus mujeres.
Imagínese el dolor y miedo que Sara ha de haber tenido. Pero Dios intervino como había hecho con Faraón muchos años atrás, hablándole a rey Abimelec en un sueño y advirtiéndole de no tocarla porque era una mujer casada (Gn. 20:3); y Dios le advirtió de un castigo seguro si no la devolvía a su marido. Sara, con esta circunstancia entendió la fidelidad de Dios para con ella, y así su fe se fortaleció.
Hermana que dudas de la fidelidad de Dios en tu vida, ¿por qué no le pides a Dios que te hable, mostrándote todas las maneras que Él ha sido fiel en tu vida a través de los años? Él no le promete a nadie una vida fácil y sin problemas, pero promete nunca abandonarnos, promete guiarnos si buscamos Su dirección y promete usar para bien toda circunstancia que permite en nuestra vida.
3. Fe genuina se demuestra con obediencia a Dios y así se le permite a Dios hacer milagros. Hebreos 11:11 dice: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad…” Este versículo dice que la fe que Sara ejerció en Dios permitió que Dios obrara este milagro en su vida.
Hermana, Dios no hace acepción de personas. Si nosotras estamos dispuestas a confiar en la palabra de Dios y obedecerle, Él obrará milagros grandes y pequeños en nuestra vida también.
Es un milagro que una pecadora puede vivir en paz con Dios, pero Dios nos recuerda en Romanos 5:1, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Es un milagro que el Dios del universo escuche nuestras oraciones y esté dispuesto a hacer cosas grandes en nuestra vida, pero Él nos promete en Jeremías 33:3, “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. Es un milagro que Dios puede usar la fe y obediencia de una mujercita para cambiar el corazón duro de un esposo inconverso y convertirle en un hombre piadoso y bueno, pero yo he visto a Dios hacerlo vez tras vez por hermanas de nuestra iglesia que se han aferrado de la promesa de 1 Pedro 3:1,2.
Termino con Génesis 21:1-3,6,7, “Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac… Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez”.
Me llama mucho la atención que Dios quiso que Abraham y Sara nombraran a su hijo milagroso Isaac, que significa risa. Unos podrían pensar que lo hizo para reprenderles por su incredulidad, pero yo no pienso así. Mas bien yo pienso que fue para que cada vez que dijeran su nombre, una sonrisa de gratitud llegára a sus labios y recordaron que el Dios que ellos servían era fiel y poderoso, pero también bueno y bondadoso con sus hijos falibles que confían en Él.
Termino con una exhortación de Dios para fortalecer nuestra fe. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” Hebreos 10:35,36
Karen Ramos
Iglesia Biblica Bautista
San Luis Potos , México